El movimiento animalista cataliza la agenda política «El Planeta de los Simios»

De todas las grandes distopías de la historia de la ciencia ficción, era la última que faltaba por hacerse realidad.

Hace ya tiempo que todo el mundo tiene claro que Aldous Huxley nos avisó en «Un mundo feliz» de los planes de la élite para la supresión de la procreación natural (en la que el movimiento gay coopera con las técnicas de concepción in vitro); ya ni siquiera los medios oficiales tienen duda alguna de que el Big Brother es una realidad en este comienzo del siglo XXI tal como lo predijo Orwell en «1984»; y los más despiertos tampoco dudan de que la fábula de los bomberos-pirómanos que secuestran el conocimiento de los libros ideada por Ray Bradbury en «Fahrenheit 451» es un retrato de la corrección política que nos gobierna.

Pero sin duda alguna, la más terrorífica de todas esas distopías, la más desasosegante, la más real y al mismo tiempo, la más increíble, es aquella historia en la que los simios se han convertido en los dominadores de la especie humana.

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