Poema inspirado en «Naturaleza, ruralidad y civilización»

«Paco ha leído mi libro «Naturaleza, ruralidad y civilización» y se ha sentido inspirado para escribir el poema que sigue. Gracias Paco. Félix».

[…]

El mortecino aliento de ciudad

que hiela nuestra civilización

encuentra una incendiaria oposición

en corazones como el nuestro: la amistad

protege todo cuanto es bello, es un bastión

y una espada de fuego ante la oscuridad.

El mundo en que vivimos se derrumba,

cada segundo es más gris, más convulso.

tan decadente, sórdido e insulso

que ya se ve el perfil grotesco de su tumba.

¿Qué será de nosotros los mortales?

¿Seremos abrasados en su fiebre?

¿Seremos aplastados cuando quiebre

y se desplome entre estertores colosales?

Bajo el furor del fuego y el escombro

está ya resurgiendo nuestro ingenio,

oculto tras el polvo de un milenio

y lo alzaremos juntos: hombro contra hombro.

[…]

El corazón y el alma se conmueven en su centro,

se enfrentan a la sombra de un peligro, a un mal mayor

porque la verdadera lucha siempre ocurre dentro:

llegada es la hora del combate y del amor.

Es la llamada del mañana, el alba decisoria

en donde se decidirá el destino de la vida.

Allí por fin se cerrará esta fase de la historia

y allí florecerá otra nueva, ya recién nacida.

Se acerca el desenlace de una secular violencia,

de nuestra estirpe desde tan antiguo esclavizada.

La batalla final nos librará de esta demencia

o nos sepultará en el ciego abismo de la nada.

… Recordemos que somos duros, nobles, cooperantes,

que amándonos y trabajando juntos nos crecemos;

que somos poderosos recordemos cuanto antes

pues no podremos si no recordamos que podemos.

Buenas tardes,

En agradecimiento a su libro «Naturaleza, ruralidad y civilización» se me ocurre que debo aportarte algo para que haya un mínimo de reciprocidad entre nosotros.

Muchas gracias por tu labor,

Paco.